CASTILLA LEÓN
VALLAS DEL TORO EN CASTILLA Y LEÓN
1. FRESNO DE LA FUENTE
2. LABAJOS
5. MEDINACELI
6. GUMIEL HIZÁN
7. COGOLLOS
8. CAMENO
9. BARCIAL DEL BARCO
10. CUEVAS VALDERREY SUR
11. CUEVAS VALDERREY NORTE
12. ASTORGA
13. VILLALOBAR
1.- FRESNO DE LA FUENTE (SEGOVIA) A-I PK 123
Llegar a un lugar como la valla del Fresno de la Fuente es una recompensa para el alma, casi una cura visual. Es un instante en el que la vista se esfuerza por alcanzar más allá del horizonte, mientras el silencio, roto solo por el eco de tus pasos, el susurro del viento y el lejano canto de algún pájaro, te envuelve por completo.
El escenario invita a quedarse, a perderse entre la silueta imponente del Toro y la moto aparcada, horas enteras de reflexión, de preguntas sin respuesta, de cuestionamientos íntimos que solo se permiten en la soledad del paisaje.
El aire frío se cuela por el entramado de hierros de la estructura, convirtiéndola en un medidor natural de viento y frío. El sonido que se genera en ese instante parece pertenecer a un mundo secreto, audible solo para quienes saben escuchar con el corazón.
FRESNO DE LA FUENTE (SEGOVIA) A-I PK 123
El Toro Guardián
Me pregunto si existe alguna diferencia entre este TORO de Labajos, en Segovia, y el resto de vallas repartidas por la geografía española. Me lo planteo mientras avanzo sobre la motocicleta, enfundado en el mono de cuero, cruzando Madrid hacia la sierra de Guadarrama. Son las cinco de la tarde y el termómetro roza los 37º, aplastando todo a su paso: el asfalto, los campos, el pensamiento.
¿Qué diferencia a uno de los aproximadamente noventa TOROS que se alzan en España? En apariencia, ninguno. Es cierto que algunas vallas son más pequeñas que otras, algo que solo descubres cuando estás cerca. Pero la verdadera diferencia no está en el símbolo: está en el viaje, en el paisaje que lo envuelve, en el entorno que lo abraza.
Puestos en situación, para mí, la mayor diferencia radica en el compromiso de seguir disfrutando de este reto. De ahí nació este blog, eltorodelacarretera, un espacio donde compartir con quien lo desee esta modesta aventura, estas rutas que van más allá de lo físico y se internan en lo emocional.
El Toro de Labajos es perfecto. La valla ideal. Está bien ubicada y regala agradables vistas. Al encontrarse cerca de las edificaciones del pueblo, contrasta con las casas bajas como si fuera un centinela, un guardián silencioso a las puertas del hogar.
Curiosamente, es su cara trasera la que más se luce desde el núcleo urbano. Para contemplar su silueta principal, hay que tomar la antigua Nacional VI o circular por la autopista, siempre en dirección a Madrid. Y es entonces, al mirarlo desde allí, cuando entiendes que cada Toro no es solo un símbolo: es también una historia que se escribe en cada kilómetro recorrido.
Cuando visité el TORO de Labajos era pleno verano. La luz caía a plomo y el calor parecía fundirse con la tierra. Me encontré con el símbolo rodeado de los colores propios de la estación: los campos de cereal de secano recién cortado cubrían el paisaje como un manto dorado. Era como si el oro se hubiese depositado a sus pies, envolviéndolo en una estampa serena y poderosa.
No hay obstáculos ni elementos que interfieran en su contemplación. La valla se deja ver limpia, entera, como un monumento quieto entre el cielo azul y la tierra abrasada. Es uno de esos lugares en los que parar, mirar y guardar en la memoria se vuelve inevitable.
Margen izquierda dirección Salamanca
Ya hace rato que quedó atrás la entretenida N-501 y la localidad de San Martín de Valdeiglesias. Más lejos todavía, en el tiempo y en el recuerdo, ha quedado la congestionada M-50 y el bullicio de Madrid.
Ahora, sacudido y liberado de todo lo anterior, centro mi atención en las curvas de la N-403 en dirección a Ávila. Es la primera vez que tránsito por esta carretera y las sensaciones no pueden ser mejores. La combinación del trazado y el paisaje la convierten en un marco ideal para disfrutar sobre la moto.
Lo primero que me obliga a detenerme y sacar la cámara es el Embalse del Burguillo. La luz del momento transforma sus aguas en una superficie cristalina que parece inmóvil, casi irreal.
Sigo mi viaje con la intención de enlazar de nuevo con la N-501, a caballo de la A-50, rumbo a Salamanca. No dejo de mirar al cielo. Allá donde apunto la vista, sólo veo nubarrones espesos y nieblas bajas que me alcanzan una vez superada Ávila.
Ya pasado Peñaranda de Bracamontes, a la altura del kilómetro 78 y con el frío calándome hasta los huesos, llego al Toro. Se encuentra en el margen izquierdo, en dirección a Salamanca, perfectamente visible y de fácil acceso.
Esta valla es particular por su entorno: un depósito de agua y una antena de radio lo acompañan, ambos pintados con los clásicos colores de la señalización aérea, blanco y rojo. La estampa es sencilla, pero contundente. En este tramo de Castilla, donde la niebla y el viento son protagonistas, el Toro se alza como un faro silencioso, inmutable, sobre la llanura.
Para los portugueses que transitan por la E-80 y cruzan la frontera desde el país vecino, esta será la primera valla que los salude, a modo de bienvenida. Una silueta que, imponente en el paisaje, les da la entrada a tierras castellanas con la solemnidad de un símbolo nacional.
Embalse del Burguillo. Ávila
4.- FINCA LA PINILLA (SALAMANCA) N-630 P.K. 4
En la N-630, a la altura del punto kilométrico 4, nos situamos al sur de Salamanca, en dirección a Plasencia. Es aquí donde se encuentra el TORO conocido por estar en la Finca La Pinilla. Podemos verlo al margen izquierdo de la carretera, aunque su presencia ya no destaca como antaño.
Con el paso del tiempo, la valla ha quedado atrapada en una amalgama de casas bajas, cables, letreros y naves industriales, diluyéndose en una especie de paisaje metálico que desdibuja su silueta. Aun así, mantiene su dignidad, irguiéndose firme entre el desorden.
Curiosamente, su mejor vista la disfrutan los viajeros que llegan desde Plasencia. Para ellos, el TORO aparece de frente, con un perfil más limpio y una perspectiva más generosa antes de que el entorno lo engulla.
CASTILLA Y LEÓN
5.- MEDINACELI (SORIA) N-II P.K. 145. Margen derecha dirección Madrid
El Toro Marciano
En la N-II, entre Guadalajara y Zaragoza, se alzan varios TOROS que parecen haber sido colocados con una lógica estratégica. Las vallas están situadas en Guadalajara, Gajanejos, Torremocha y Medinaceli, prácticamente equidistantes entre sí y todas posicionadas al mismo lado de la carretera: el margen derecho en dirección Madrid.
Soria también tiene su TORO, justo en el extremo sur de la provincia, donde la tierra soriana se adentra como un lengüetazo en Castilla-La Mancha. El paisaje de esta zona, común a las tres provincias, es árido y escasamente arbolado. El color predominante es el marrón, con todos sus matices extendiéndose hasta el horizonte. Pero lo que más llama la atención aquí es el viento, ese viento seco, constante, tan característico de la meseta castellana.
El TORO de Medinaceli ya no recorta su silueta en soledad contra el cielo. Ahora comparte protagonismo con los gigantes molinos de viento que aprovechan los aires de la zona. La nueva traza de la autovía ha mordido el terreno de tal forma que la valla ha quedado en lo alto de un talud, al borde del corte, como si vigilara desde una atalaya artificial.
Llegar hasta él no ha sido fácil. Como en otras ocasiones, mi moto de carretera ha tenido que hacer las veces de todoterreno, atravesando caminos de tierra. Esta vez el reto era mayor: el viento inhóspito dominaba el entorno y el frío daba al lugar un aire casi marciano.
Recuerdo las palabras de un reconocido aventurero del mundo de la moto: “Montar en moto es un 60% sufrimiento y el resto disfrute.” No le quito razón. Quien ha pasado frío de verdad sobre una moto sabe de lo que habla. Por eso, cada uno debe medir bien su capacidad de sufrimiento. Hacer 500 kilómetros con dos grados de temperatura no tiene nada de romántico. Por muy espectacular que sea el paisaje, llega un punto en que se deja de ver. La mandíbula duele de tanto apretarla contra el frío, y lo único que uno desea es llegar.
Aunque claro, a veces todo eso lo transformamos en un reto. Y ahí, en los hechos consumados, encontramos la satisfacción. El clima a menudo no tiene compasión con el motorista. En esos momentos difíciles, me vienen a la cabeza esas preguntas que uno se hace, como si fueran parte de una película. Tal vez una que se titularía: “Las Bicicletas son Para el Verano”
MEDINACELI (SORIA) N-II P.K. 145. MARGEN DERECHA DIRECCIÓN MADRID
MEDINACELI (SORIA) N-II P.K. 145
CASTILLA Y LEÓN
6.- GUMIEL DE HIZÁN (BURGOS) N-I P.K. 168.500
Margen derecho dirección Burgos
Circulando por la N-I en dirección a Burgos, a la altura del kilómetro 171, la carretera discurre entre terraplenes artificiales y cortes pronunciados en el terreno. A la izquierda, elevado y próximo a un puente diseñado para el paso del ganado, se alza el TORO de Gumiel de Izán. De tamaño medio, su silueta logra imponerse en el paisaje, siendo visible desde ambos sentidos de la vía a pesar de su ubicación.
El acceso a la valla no presenta demasiadas complicaciones. Basta con salir de la autovía en el propio kilómetro 171 y realizar el cambio de sentido por debajo de la carretera. Desde la rotonda que encontramos después, tomamos un camino de tierra que discurre paralelo a la autovía y que nos conduce directamente hasta el puente cercano al TORO.
GUMIEL DE HIZÁN (BURGOS) N-I P.K. 168.500
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7.- COGOLLOS (BURGOS) N-I P.K. 223
Margen derecho dirección Burgos
El TORO de Cogollos ha corrido la misma suerte que otras vallas que vieron acercarse los bulldozers demasiado a sus patas. Hoy se encuentra al borde de un terraplén, resultado del paso acelerado de la autovía que lo relega a un segundo plano. Su posición elevada ha sido aprovechada, además, para la instalación de antenas y otros dispositivos de comunicación, compartiendo ahora su espacio con estructuras que poco tienen que ver con la estética original de la silueta.
Aun así, desde su emplazamiento domina con elegancia el bonito pueblo de Cogollos. Desde ciertos puntos de la localidad, su figura parece integrarse con naturalidad en el paisaje urbano, como si fuera una presencia más entre los tejados y las calles tranquilas del entorno.
Margen derecho dirección Burgos
En Cameno, muy cerca del núcleo del pueblo, se alza el TORO más al norte de Castilla y León. Esta comunidad cuenta con trece emblemáticas vallas del antaño publicitario TORO de Osborne, cada una con su propia historia y paisaje. Con la valla del “Cerro Parapa” cierro un ciclo importante en este singular reto personal. He superado ya el ecuador del viaje del “Toro de la Carretera”. Aún queda mucha carretera por delante, es cierto, pero también sobran las ganas y la energía para continuar. La experiencia hasta ahora ha sido fantástica: cada salida tiene un propósito, y cada trayecto, múltiples satisfacciones.
Llego hasta aquí descendiendo el puerto de Pancorbo por la antigua N-I, una carretera con tramos revirados que se presta a una conducción disfrutable, especialmente en moto. Al norte de Cameno, muy próximo a la vía férrea, se encuentra la valla del TORO, visible desde ambas direcciones, tanto si se circula hacia el norte como hacia el sur. En lo alto del “Cerro Parapa”, esta valla marca no solo un punto geográfico, sino también uno emocional dentro de esta aventura.
Me preguntaba qué podría escribir sobre este viaje al encuentro de las estructuras del Toro en el norte de Castilla y León. Alguien podría pensar que, vista una, vistas todas. Pero no, me niego a creer en eso. Lo que las hace diferentes es el viaje, el entorno que las rodea. Las distingue el clima del momento, la forma del terreno, la luz, los colores únicos que cada estación impone sobre el paisaje.
El Toro de Zamora, el de Barcial del Barco, se adivina a lo lejos gracias a la llanura que lo rodea. Me lo encuentro envuelto en un verde intenso. A finales de marzo, la primavera estalla a su alrededor: los tonos vivos lo abrazan y atrapan la mirada del viajero, invitando a observarlo con más atención.
Para llegar hasta aquí he pasado por lugares cargados de historia, como Medina del Campo, Tordesillas, Toro... Mientras avanzo, la vista se entretiene con sus iglesias y campanarios, muchos de ellos humildes, sin grandes alardes, pero llenos de belleza. Su número y disposición dan pistas al viajero sobre el papel crucial que jugaron estas tierras siglos atrás.
Imposible no acordarse de Juana la Loca, hija de Isabel la Católica, encerrada en Tordesillas, tal vez mirando por su ventana el mismo paisaje que hoy acompaña al Toro. Ese campo castellano que, pese al paso del tiempo, conserva el alma de su historia.
Muy cerca de Barcial del Barco, hacia el norte, se encuentran la localidad de Benavente y, más al norte aún, La Bañeza. Esta última es conocida por sus emblemáticas carreras de motos en circuito urbano, eventos vintage que se celebran al final del verano y que llenan el pueblo de balas de paja, ruido de motores y visitantes motorizados, otorgándole una actividad vibrante y única.
En esta zona, cerca de La Bañeza y siguiendo la antigua N-VI, encontramos dos TOROS gemelos, situados tan próximos que parece que pudieran observarse el uno al otro. Ambas son estructuras de tamaño mediano, de ese estilo clásico que caracterizaba a las primeras vallas, similar a la que aún permanece en Malpica de Tajo (Toledo).
La valla situada en el kilómetro 320 es difícil de divisar debido a la abundante vegetación que la rodea: árboles y matojos se entrelazan hasta envolverla casi por completo. La segunda, en el kilómetro 322, padece una situación similar, aunque es algo más visible, especialmente para quienes se aproximan desde León
Margen izquierdo dirección norte.
Siguiendo mi recorrido por los TOROS de León, es inevitable detenerse en la bella ciudad de Astorga, situada a los pies de los Montes de León y el páramo. Este pequeño municipio, que parece sacado de un cuento, alberga una riqueza histórica y arquitectónica envidiable: su imponente catedral gótica, restos romanos que hablan de tiempos ancestrales, el majestuoso palacio arzobispal, la animada plaza mayor y la muralla que guarda secretos de épocas pasadas. Cada rincón invita a ser descubierto y admirado.
Tras recorrer sus encantadoras calles y dejar atrás estos vestigios, me dirijo hacia el norte, por la antigua N-VI. En apenas unos kilómetros aparece ante mí el TORO de Astorga, encaramado orgulloso sobre una peña que domina toda la zona con una presencia imponente. El terreno ha sido marcado por un espectacular tajo artificial que permitió abrir camino a la carretera, dejando al TORO como un centinela vigilante.
Si nos atrevemos a subir por una vereda empedrada, alcanzaremos la base de esta estructura monumental. Desde allí, la recompensa es una panorámica de 360 grados que regala una conexión profunda con el paisaje: los montes de León, teñidos de blanco por la nieve o la luz, ofrecen un contraste perfecto con el negro intenso del TORO, dibujando un cuadro vivo que mezcla naturaleza, historia y símbolo.
Margen izquierdo dirección León.
El TORO de Villalobar recuerda a otras vallas por el depósito de agua y las antenas cercanas. Al observarlo te podrías confundir con alguna de Valencia o Salamanca.
Está bien situado es visible y se puede visitar.
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