GALICIA
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VALLAS DEL TORO EN GALICIA
1. BECERREA (LUGO) N-VI P.K. 462.
2. BETANZOS (LA CORUÑA) N-VI P.K 558.
3. PUENTESAMPAYO (PONTEVEDRA) N-550 P.K. 132.
4. LA CAÑIZA (PONTEVEDRA) N- 120 P.K. 621.
5. XINZO DE LIMIA (ORENSE) N-525 P.K. 193
1. 1.- BECERREA (LUGO) N-VI P.K. 462
El Toro Emboscado
BECERREA (LUGO) N-VI P.K. 462.
Si hay un lugar donde este símbolo español permanece oculto, ese lugar es Galicia. El bosque caducifolio gallego, con árboles como el roble carballo, el castaño, los pinos o especies introducidas por el ser humano —como el polémico eucalipto—, ha ido engullendo las vallas con el paso del tiempo. A esto se suma el desvío de carreteras y la construcción de nuevas vías rápidas, lo que ha dejado estas estructuras muy apartadas de la vista de los automovilistas.
Permanecen como estatuas inmóviles en el tiempo, junto a carreteras y parajes casi selváticos, donde el paso de un vehículo puede convertirse en un acontecimiento diario.
Dejo atrás Asturias y sus vallas. Me dirijo rodando por la carretera de la costa hacia Galicia, donde la mirada se me va siempre al mar. La temperatura es muy fresca, y de pronto me adentro en un banco de niebla que casi parece lluvia. Aun así, el momento es agradable.
Galicia te regala estos instantes: con paciencia, sabes que más adelante llegará la recompensa, ya sea en forma de sol o de paisajes espectaculares.
Noto el cansancio sobre la moto. Son ya muchas horas rodando por Galicia, y el cuerpo empieza a pasar factura. Aun así, el tramo de la antigua Nacional VI en el que me encuentro es una auténtica delicia: curvas suaves, apenas desniveles, y una calzada que se abre paso entre el frondoso bosque atlántico caducifolio. A ambos lados, robles, abedules y castaños dibujan un túnel verde que envuelve la carretera. Pero lo que más me llama la atención son los altos eucaliptos, cuya presencia se impone sobre el resto, con ese porte vertical y recto tan característico.
Entre tanto árbol, al final de una recta y justo antes de que la carretera gire a la derecha, aparece la valla del Toro. Se muestra como un centinela discreto, visible apenas de medio cuerpo, como si vigilara el camino entre la espesura. Me temo que el tiempo acabará ocultándola por completo bajo la vegetación. A diferencia de otras ubicaciones más complejas —en colinas o a media ladera— esta valla se sitúa a pie de carretera. Podría parecer accesible, pero la espesura de los árboles la convierte en un hallazgo casi furtivo, uno de esos que recompensan a quien presta atención al paisaje.
BETANZOS (LA CORUÑA) N-VI P.K 558
3.- PUENTESAMPAYO (PONTEVEDRA) N-550 P.K. 132
Sin duda, cuando dejo la moto cerca de la valla y me acerco a ella, lo primero que veo es el mar, o tal vez la ría… no lo sé. Estoy en un lugar distinto a todos, perfecto para esta valla y para vivir.
La ría de Vigo es un tesoro para la ciudad. La estructura negra vigila su origen y su pasado. Se adentra en la tierra para mezclarse con el agua del río, mientras las laderas del valle costero se elevan formando montañas al borde de la costa, dibujando miles de formas irrepetibles.
Otro tesoro cercano son las Islas Cíes, un parque natural en medio del Atlántico. A la valla solo le habría faltado que sus patas rozaran el agua de la ría y se llenaran del auténtico mejillón de Vigo.
PUENTESAMPAYO (PONTEVEDRA) N-550 P.K. 132
El Toro Amarillo
Conducir la moto por Galicia ha sido una experiencia muy agradable. Los paisajes, el trazado de sus carreteras y el clima captan la atención de cualquier conductor.
Entrar en el territorio de La Cañiza fue como una eclosión de naturaleza. Me puse en carretera muy temprano, y, como era de esperar, parte del trayecto lo recorrí bajo la lluvia. Una vez empapado, el sol hizo su aparición y comenzó a iluminar una zona inmensa, cubierta de plantas silvestres amarillas.
En medio de ese mar amarillo me detengo y apago el motor. El zumbido de las abejas, en su afán recolector, lo invade todo: hacen su trabajo. Te sientes pequeño ante semejante espectáculo, y no te mueves por temor a romper algo.
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